Ese monstruo que devora los cerros
y vomita miseria
es el mismo que avinagra la tarde azul de mi pueblo.
Ese monstruo devoró los árboles, los ríos y los hombres
ha cubierto de odio los senderos de la puna.
Ese monstruo que devora los cerros
y transpira cianuro
tiene el poder de convertir el oro en excremento.
Se desplaza torpemente asesinando el paisaje
llenando de llagas el cuerpo de la tierra
abriendo heridas profundas en la epidermis del futuro.
Ese monstruo que devora los cerros
y defeca pobreza
pisotea la dignidad con sus patas de estiércol.
Se regocija perforando el cielo iluminado de mi patria,
sepultando de relaves el corazón de la cordillera
haciendo añicos los espejos azules de la jalca.
Pero ese monstruo que devora los cerros
no es invencible
y ha de caer, inevitablemente, víctima de su propio veneno.
César G. Mejía Lozano
No hay comentarios:
Publicar un comentario