viernes, 8 de junio de 2012

Se nos fue HORACIO, el Cóndor manabita



Se nos fue Horacio, el Cóndor manabita, el del corazón sin fronteras, el maestro de la palabra sincera, fabricante de ternura. Poeta y hermano a carta cabal.

(Foto: Bambamarca/setiembre,2009. Un estudiante bambamarquino le pidió que le escribiera un poema en su polo)








Los poetas de estos lares, quienes gozamos de tu palabra y amistad sentimos tu partida, pero nos quedamos con tus poemas y tu sonrisa de niño viejo.


(Foto: Bambamarca/julio, 2008. En el pasacalle de apertura del primer festival de poesía, aquí en compañía de otros poetas y pintores de Ecuador)






Hasta siempre Horacio, Bambamarca te guardará por siempre en su corazón de pueblo andino. Descansa en paz hermano.



(Foto: Última conversación con Horacio/El Carmen, Manabí, Ecuador. 27 de enero, 2012)







EL CORAZÓN QUE ENCIENDE LA PRADERA




a Horacio Hidrovo Peñaherrera



Horacio,

tu corazón de cóndor no sabe de fronteras

recorre nuestra América nativa

sobrevolando impetuoso el Huascarán y el Chimborazo.

Tu corazón, Horacio,

tiene el vuelo del colibrí

y la sonrisa de una puerta siempre abierta.

Tu corazón se abre de par en par

desde el río Grande a la Tierra del fuego,

besando tiernamente nuestras playas

desde el Atlántico al Pacífico,

desde Sasay - tu cuna- al infinito

de la América nuestra.



Horacio, cóndor manabita, tu vuelo es alto,

Alfaro y Artigas cantan en tu sangre

coronando batallas libertarias.

En toda América tu figura se eleva

por encima de la indiferencia

pues, la dimensión y estatura de tu palabra

es una antorcha

que incendia la oscuridad de los silencios.



Horacio, en tu palabra ruge el puma ancestral de Chavín y Valdivia

y en tu mirada de fuego se ilumina Manabí.

Sueñas, Horacio, con una América libre de fronteras

en donde las rosas y los versos

sean el único pasaporte a la eternidad.

Tú has regresado del pasado

y volverás del futuro

Sasay guarda en ti las historias del viento,

pues en tu palabra el viento tiene otra voz

una nueva garganta musical de libertad.



Un ejército de niños autóctonos, Horacio,

descalzos, pisan fuerte su tierra,

de ti aprendieron a quererla hasta que duela

y en sus miradas hay un fuego

que ya nadie podrá apagar.



El tiempo ha esculpido en tu figura

el semblante de la ternura infinita.

Cuando te contemplo Horacio,

veo en ti al ceibo, árbol montubio, milenario,

de raíces profundas

siempre fuerte,

siempre alto,

siempre libre

desparramando tu quipe de humildad sobre nosotros.

Qué grande y noble eres Horacio,

no sólo iluminas, sino que enciendes la pradera

de nuestra América latina.


(Escrito en agosto del 2008, peretenece a mi poemario "Detrás del espejo roto")