domingo, 3 de octubre de 2021

 


PRÓLOGO

 Para quien ha puesto oído al canto cristalino de riachuelos y ríos, tendrá en esta obra, el privilegio de gozar la prístina musicalidad que alimenta la infancia y su raíz libertaria. Allí donde cada ser humano nutre y fortalece su identidad, el bastón en donde el autor afirma su existencia, "Mi infancia se pasea en un par de botitas rojas".

 César nos presenta a través de su palabra, un extenso inventario de la realidad de un niño en su acontecer andino, "El pan es un programa de televisión/que no tiene rating, pero llena de migajas nuestra infancia".

 A través de sus versos abre su camisa para dejar al desnudo sus carencias, "Estrella de carrizo y papel/eres mi alma/envuelta en orfandad."

El autor se despliega en estos pétalos litografiados, como un ser integral, sensible al transcurrir caótico que le presenta su entorno; de su pluma se desprende la acidez de sus palabras, "Mientras la televisión, hermosa cloaca psicodélica /les lanza toda la basura que fabrica". César no se queda en la viscosidad de la superficie y arremete contra el enclave de poder que aniquila en cortejo de muerte y destrucción la Pachamama. Con profunda desazón nos dice “Rescatado de tus aguas turbias, veo agonizar la tarde/en tu faz aturdida de cianuro". No nos da tregua, sin huida posible, desde su atalaya andina nos asoma a la dureza del oficio minero; apocalíptico, sentencia "Tanto oro y no poder nada contra la sed". Nos muestra ese mundo condenado irreversiblemente a la perdición a manos de la explotación minera, "Esos pulmones me recuerdan tanto y tanto a mis lagunas extintas/ a mis raíces tuberculosas/ a mis riachuelos agonizantes. Condena la perversidad e injusticia alojadas en las alcantarillas del poderío minero, en donde: "El niño se levanta hombre sobre su cadáver". Atribulado se pregunta "¿A quién servirá este minuto extraviado? /ese minuto de silencio ensangrentado?

En las curvaturas de la corriente se entrega con ternura a la tiranía del sentimiento amoroso y nos abre con generosidad la bóveda sublime del alma para encender la pirotecnia de los afectos, "Ahora vienes zigzagueando impulsada por el viento/ con la dulzura de los primeros choclos".

En su sensibilidad de orate recurre al riachuelo de sus recuerdos y se hunde en el crisol idílico de quienes le antecedieron y le legaron la brújula moral que hoy le dirige los pasos. Conmovido homenajea las virtudes de sus muertos, "En tu corazón se posó la justicia/y en tu mirada la eternidad", "Salud viejo/la retreta de la vida aún no ha terminado".

Íntima urgencia le enfrenta a contra corriente a sus conflictos existenciales, "Nada es armónico, cuando a la sombra le faltan los dientes" y continúa en su desvarío, "No hay nadie enfrente. La lucha es contra sí y esta vez habrá de vencerse". Luego se embarca en el rumor acuático de la esperanza e interroga ¿Quién cantará mis versos/ cuando la noche/ petrifique la luz de mi mirada? "

Finalmente, el autor, despojado de vanidades y artilugios regresa al origen, como el salmón de cristalinas aguas, "Sólo quiero paz conmigo mismo, después de eso me iré a casa, simplemente regresaré a casa".

 

 

Olga Toro Muñoz

Poeta de la Araucanía (Chile)

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