jueves, 16 de septiembre de 2010

HOMENAJE A UN GRANDE DE LA POESÍA LATINOAMERICANA



En estos días de setiembre, se está rindiendo un homenaje a Horacio Hidrovo en Ecuador, lo cual me parece excelente, toda vez que se trata de uno de los poetas más destacados de nuestra América, no sólo por la calidad de su poesía sino por su elevado espíritu de amigo y hermano.
Horacio Hidrovo Peñaherrera (Santa Ana, Ecuador), es de aquellas personas dotadas de una simpatía especial que inspiran a los demás a conquistar nuevos mundos. El conocerlo y caminar juntos unos pocos días en Manabí, fue para mí una experiencia pedagógica extraordinaria, aprendí tanto en tan poco tiempo, y eso me permitió mejorar mi producción literaria. Horacio es un gran maestro de las letras latinoamericanas que merece todos los homenajes en vida.
Ha visitado Bambamarca (Perú) en dos oportunidades: Primer Festival Internacional de Poesía “Arnulfo Vásquez” (julio, 2008) y Segundo Festival Internacional de Poesía “José Guillermo Vargas” (setiembre, 2009), dejándonos sus enseñanzas e imagen de poeta íntegro.
En agosto del 2008, mientras conversábamos fui tomando apuntes sobre su vida y producto de ello me surgió este poema que hoy comparto con ustedes:


EL CORAZÓN QUE ENCIENDE LA PRADERA

a Horacio Hidrovo Peñaherrera

Horacio,
tu corazón de cóndor no sabe de fronteras
recorre nuestra América nativa
sobrevolando impetuoso el Huascarán y el Chimborazo.
Tu corazón, Horacio,
tiene el vuelo del colibrí
y la sonrisa de una puerta siempre abierta.
Tu corazón se abre de par en par
desde el río Grande a la Tierra del fuego,
besando tiernamente nuestras playas
desde el Atlántico al Pacífico,
desde Sasay - tu cuna- al infinito
de la América nuestra.

Horacio, cóndor manabita, tu vuelo es alto,
Alfaro y Artigas cantan en tu sangre
coronando batallas libertarias.
En toda América tu figura se eleva
por encima de la indiferencia
pues, la dimensión y estatura de tu palabra
es una antorcha
que incendia la oscuridad de los silencios.

Horacio, en tu palabra ruge el puma ancestral de Chavín y Valdivia
y en tu mirada de fuego se ilumina Manabí.
Sueñas, Horacio, con una América libre de fronteras
en donde las rosas y los versos
sean el único pasaporte a la eternidad.
Tú has regresado del pasado
y volverás del futuro
Sasay guarda en ti las historias del viento,
pues en tu palabra el viento tiene otra voz
una nueva garganta musical de libertad.

Un ejército de niños autóctonos, Horacio,
descalzos, pisan fuerte su tierra,
de ti aprendieron a quererla hasta que duela
y en sus miradas hay un fuego
que ya nadie podrá apagar.

El tiempo ha esculpido en tu figura
el semblante de la ternura infinita.
Cuando te contemplo Horacio,
veo en ti al ceibo, árbol montubio, milenario,
de raíces profundas
siempre fuerte,
siempre alto,
siempre libre
desparramando tu quipe de humildad sobre nosotros.
Qué grande y noble eres Horacio,
no sólo iluminas, sino que enciendes la pradera
de nuestra América latina.

César Mejía Lozano (Bambamarca, Perú)

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